Artículo escrito por Roberto López, coordinador de Acción Internacional para la Salud (AIS) y publicado en el diario La Primera. Está ampliamente comprobado que los medicamentos genéricos son una
alternativa apropiada frente a los altos
precios de los productos de marca y, entre ellos, los conocidos como productos
“originales” que generalmente corresponden a las grandes compañías
farmacéuticas. Mucho han hecho estas
compañías - y no pocas veces faltando a la ética y regulaciones establecidas –
para desprestigiar a los medicamentos genéricos como de mala calidad, que la
práctica clínica se ha encargado de desmentir.
Algunas grandes compañías también han tenido y tienen, en diferentes
modalidades de producción, sus líneas de genéricos con el objetivo de mantener una importante cuota del mercado. Pero la
política general de la gran industria farmacéutica ha optado por buscar mecanismos más efectivos y de más larga
duración para evitar la competencia de
los genéricos como las patentes y otras medidas
que están incluidas en tratados comerciales.
Pero lo que ha sucedido en la Unión Europea con la compañía danesa
Lundbeck ha sobrepasado los límites legales. Esta compañía, cuando venció la
patente de su antidepresivo citalopram hizo arreglos con productores de genéricos
para que retrasen el ingreso de las versiones genéricas y continuar imponiendo
precios altos con las consecuentes utilidades. Y los productores de genéricos,
dice la denuncia del caso, han recibido “decenas de millones” de euros por este
retraso. Acuerdos de mercaderes que
afectan seriamente el acceso a medicamentos que la población requiere.
La Comisión Europea ha impuesto una multa de 146 millones de euros, de
los cuales la compañía Lundbeck tiene
que pagar 93.8 millones y los fabricantes de genéricos 52.2 millones. Las compañías que hicieron el
acuerdo con Lundbeck para retrasar el ingreso de la versión genérica del
citalopram son: Alpharma, Merck KgaA/Generics UK, Arrow y Ranbaxy. Como suele
suceder, luego que el acuerdo fue descubierto y desmontado, el precio del
medicamento genérico en el Reino Unido cayó alrededor de 90%.
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